22 de marzo de 2016
Las nuevas medidas del BCE van en la línea de lo que preveíamos en el anterior apéndice. Como comentábamos, el BCE actúa con inteligencia y con determinación. Las últimas decisiones son correctas y las anteriores, efectivamente, han propiciado una mejoría en las condiciones de financiación y en la evolución del crédito.
En cualquier caso, en este apéndice no vamos a entrar en los números sino que, junto al análisis de las medidas del BCE, vamos a hacer referencia a determinados factores que entendemos constituyen aspectos básicos cuyo respecto permite el desarrollo sano y equilibrado de la estructura económica y social.
El BCE tiene claro qué quiere porque conoce perfectamente qué se necesita para dejar la crisis atrás pero, da la impresión de que está bailando sólo en el centro del salón y de que, en éste, no fluye la música sino el ruido.
Con sus últimas medidas, el BCE pone el foco fuera de los mercados financieros y lo sitúa directamente donde reclamábamos en apéndices anteriores, esto es, sobre la economía real.
Continuando con su política incremental, da una vuelta de tuerca a las medidas tendentes a direccionar el comportamiento de los agentes económicos de forma que éste permita consolidar el crecimiento económico y alcanzar el objetivo de inflación.
No obstante, la soledad que mencionábamos constituye una carencia que puede dar al traste con la recuperación.
Como hemos repetido una y otra vez, la política monetaria debe ser complementada con un plan de inversiones (riguroso, global, coordinado y, preferentemente, en el ámbito de las infraestructuras –a fin de que incida en un incremento de la productividad y la competitividad-) y con la implementación y profundización de las reformas estructurales necesarias, por parte de aquellos países que siguen aplazando la adopción de las mismas.
Ciertamente, la determinación del BCE es innegable: pagará a la banca para que preste.
Asimismo, dado que es conocedor del daño que la retribución negativa del exceso de depósitos bancarios en el BCE puede generar en la rentabilidad de los bancos, para evitar dicho deterioro establece la posibilidad de que este aspecto negativo pueda llegar a ser neutralizado en su totalidad a través de la concesión de préstamos.
Conoce también el importante volumen de deuda bancaria próximo a vencer, así como la posible dificultad de renovación de la misma, dadas las dudas que los inversores mantienen respecto a la solvencia de determinados bancos individuales o del sistema bancario de determinados países. A fin de facilitar dicha renovación, el BCE establece condiciones óptimas de financiación.
Hasta donde le es posible, la autoridad monetaria cumple su cometido pero, como venimos comentando, para que los bancos incrementen el crédito de forma relevante es necesario que aumenten también los proyectos empresariales viables que buscan financiación y esto requiere que se consolide la recuperación económica.
Precisamente por esto, en apéndices anteriores reclamábamos un mayor liderazgo por parte de las autoridades económicas y políticas que están llamadas a ejercerlo. Un liderazgo contundente, que no deje lugar a dudas. Un liderazgo serio, riguroso y coordinado, que barra las dudas sobre la mesa, que despeje el horizonte, que acabe con la actual sensación de cierto caos e incomprensible debilidad y descoordinación que subyace a algunos episodios actuales de indudable incidencia negativa en los ámbitos económicos y geopolíticos.
La confianza de los agentes económicos, hogares y empresas es una condición básica para que unos y otros consuman e inviertan.
Ante la decisión de consumir, los hogares consideran cuál es su nivel de ingresos, qué capacidad de ahorro tienen y, si éste es el caso, analizan si su horizonte para los próximos 2,3, 5 años está despejado. Tratan de diseñar un proyecto de vida a cierto plazo. Sólo si el nivel de incertidumbre es aceptable, adoptan decisiones de consumo que pueden implicar bienes duraderos.
Los empresarios, por su parte, antes de asumir un incremento de su estructura de gastos fijos -reduciendo para ello su tesorería o apalancándose- deben preguntarse: invertir ¿para cubrir qué demanda? ¿con qué rentabilidad marginal?
La banca, de otro lado, está llamada a desempeñar un papel determinante en la salida de la crisis ya que, en la Eurozona, las empresas se siguen financiando mayoritariamente a través de la misma. Pero, antes de implicarse en un incremento significativo del crédito, la banca debe contar con ciertas certidumbres. Requerirá, de forma muy especial, tener despejado el horizonte regulatorio y analizará, muy pormenorizadamente, las perspectivas de consolidación económica. Ésta, a su vez, dependerá de la respuesta que los agentes anteriormente mencionados den a las preguntas previas a la adopción de sus decisiones.
Así, confianza y certidumbre constituyen el ABC de una salida firme de la crisis.
La confianza y la certidumbre requieren de estabilidad económica y social y ésta, a su vez, de ciertos acuerdos básicos.
Estos acuerdos básicos no deberían romperse nunca. Tienen un valor incalculable. El conjunto de fuerzas políticas y sociales debería ser conocedor de esta realidad y respetarla de forma absoluta. Pero, en los últimos años, en buena medida debido a la crisis, los acuerdos básicos se han roto.
Cuando esta ruptura se produce, el péndulo pierde la posición de equilibrio. Inicialmente, en beneficio de una parte de la sociedad. En movimientos ulteriores del péndulo, en perjuicio del conjunto de la sociedad.
Cuando hemos venido reclamando liderazgo e inteligencia, hemos reclamado, asimismo, restablecimiento del equilibrio, esto es, recuperación de los acuerdos básicos y, con ello, horizontes despejados y certidumbre.
Sólo a partir de aquí, las medidas de política monetaria acomodaticia, acompañadas de medidas fiscales y estructurales razonables, podrán cumplir su papel.
Es necesario, pues, restablecer los armoniosos acordes de la música, así como que la necesaria pareja de baile salga al centro del salón para acompañar al solitario BCE. A partir de ahí, ambos deberán acompasar el movimiento de sus pies. El orden empezará a restablecerse.