26 de julio de 2016
Lo que subyace y a qué atenerse.
En el último Apéndice, hacíamos una doble reflexión que abordaba tanto la situación creada a raíz del Brexit como la prolongada incertidumbre política en nuestro país. Hablábamos de “estado de la razón” y razón de Estado.
En este Apéndice, vamos a profundizar en la mencionada reflexión, considerando algunos aspectos que permiten unir ambos temas.
A raíz del Brexit, hemos observado una muy atemperada posición de Alemania en lo que se refiere a los tiempos con los que Gran Bretaña gestionará dicho proceso.
Esa actitud alemana es recomendable, en tanto que es prudente pero, fundamentalmente, le resulta muy conveniente, en la medida en que Gran Bretaña es uno de sus importadores más relevantes, lo que nos acerca al hecho de que, en el escenario actual, el interés económico propio y el factor electoral determinan las estrategias nacionales de cada uno de los miembros de la Eurozona.
Las crisis económicas, tanto más cuanto más profundas son, diluyen los grandes valores e imponen la consideración de las necesidades más cercanas e inmediatas, a la vez que desencadenan las fuerzas centrífugas larvadas. Así pues, o se supera la crisis o pintan bastos.
En el anterior Apéndice mencionábamos la necesidad de sacar a España de la periferia, como exigencia insoslayable, en la medida en que estar ubicado en ella representa ocupar los primeros vagones de todas las montañas rusas.
Los crecientes riesgos económicos y geopolíticos actuales, así como las tendencias y posiciones que se observan en las estrategias adoptadas por los países fundamentales, acrecientan esta necesidad.
En estos Apéndices, habitualmente se trata de abordar en toda su complejidad las situaciones y materias de análisis. Sólo así, se puede profundizar realmente en los diversos factores interrelacionados y extraer las conclusiones y respuestas correctas que permitan adoptar la mejor posición en los diversos escenarios.
En este Apéndice, vamos recoger algunos elementos esenciales, esto es, algunas consideraciones enraizadas en Alemania, y que direccionan sus actuaciones con relación a los niveles y ámbitos de integración de la Eurozona, prioridades y plazos.
. En primer lugar, se considera que los actuales desequilibrios de los países en crisis son el resultado de sus malas políticas y excesos.
. En sentido contrario, Alemania habría hecho los deberes en su momento. Habría realizado las reformas necesarias y desarrollado una gestión ejemplar que, de ninguna manera debería deshacer, ya que dejaría de ser el ejemplo a reproducir para pasar a constituir un factor adicional de deterioro global de la Eurozona.
. Sufragar los dispendios de los países que desarrollaron políticas erróneas y se entregaron a los excesos, a base de poner más y más recursos sobre la mesa para rescatar dichas economías, contraviene el hecho de que, en lo que se refiere a las finanzas públicas, los miembros de la Zona son soberanos y los respectivos parlamentos mantienen las competencias a este respecto. No respetar esta realidad sería antidemocrático.
. Por lo tanto, las emisiones de bonos de la Eurozona socavarían dicha legalidad y desincentivarían a los países en desequilibrio a asumir los esfuerzos necesarios para reestructurar correctamente sus economías.
. Los actuales bajos costes de endeudamiento ya estarían trabajando en esta dirección, en la medida en que hacen menos necesarios los esfuerzos, premiando así las malas prácticas y penalizando las correctas.
. Desde estas consideraciones, se rechaza la crítica por insolidaridad y se afirma la necesidad de abordar una decidida reconducción de los desequilibrios o abandonar la Zona.
. Con relación a la unión bancaria, se asume la autoridad supervisora y el mecanismo de resolución bancaria unificado pero se rechaza la posibilidad de que los ciudadanos de un país sufraguen con sus impuestos las malas prácticas de los bancos de otros países. En este sentido, los problemas de los distintos sistemas bancarios deberían solventarse con carácter previo a una ulterior unión bancaria.
. Finanzas públicas sanas, estabilidad monetaria, sostenibilidad del sistema de pensiones y competitividad, estarían en el ADN fundacional de la Eurozona, trabajar en sentido contrario, lejos de ser solidario, llevaría a la desaparición de la misma.
. El principio de legalidad debe mantenerse y las violaciones de las reglas deben llevar a sanciones, a fin de restablecer la credibilidad.
Estos puntos representan un lugar común entre la ciudadanía, empresarios y ámbitos políticos y financieros, no sólo de la potencial locomotora de la Eurozona, sino del conjunto de su ámbito de influencia más próximo, aquél que representa el núcleo duro de la Eurozona y que, junto a sus principales socios comerciales internacionales fuera de la unión Monetaria, constituyen el centro de su interés y estrategia.
No vamos a entrar en este Apéndice en el análisis de estas consideraciones.
En la actual situación de incertidumbre que arrastra nuestro país, creemos más conveniente reflexionar sobre quiénes sustentan el poder en la Eurozona y, por lo tanto, a qué hay que atenerse, en el seno de la misma.
En cualquier caso, restablecer los equilibrios siempre es conveniente, como lo es ubicarse entre las mejores prácticas, en la sobriedad y en el crecimiento sano y sostenido, planificando el futuro sobre la base de un proyecto de país competitivo.
Se atribuye a Bismarck la frase: “la nación más fuerte del mundo, es sin duda España. Siempre ha intentado autodestruirse y nunca lo ha conseguido. El día que dejen de intentarlo, volverán a ser la vanguardia del mundo”.
Seamos, sin embargo, más modestos y, de momento, abandonemos la periferia. No es poco. No es baladí.
Hemos querido partir de una reflexión sobre la actitud de Alemania con relación al Brexit, para tratar de ver con claridad qué factores la alimentan porque, estos elementos, nos son de interés para dilucidar hacia dónde puede apuntar el futuro inmediato y, por lo tanto, cómo debemos posicionarnos en él.
En nuestro particular escenario de incertidumbre nacional, se habla de postureo, de teatro. Si es así, lamentablemente, estamos perdiendo de vista que, estos, son malos tiempos para la lírica.