19 de junio de 2017
Ideas Previas.
Recientemente se ha producido el primer caso de aplicación del Mecanismo de Resolución a una Entidad financiera de la Eurozona.
En la rueda de prensa posterior a la última reunión del Consejo de Gobierno del BCE, celebrada el pasado 8 de junio, se preguntó a Draghi cómo dicha Entidad pudo haber pasado con éxito las últimas pruebas de solvencia a que fue sometida.
A este respecto, Mario Draghi y Vitor Constancio, presidente y vicepresidente del BCE, afirmaron que la aplicación del Mecanismo de Resolución a dicha Entidad no obedecía a un problema de solvencia sino de liquidez. A pesar de ser solvente, la Entidad en cuestión venía sufriendo un creciente problema de liquidez que le impediría hacer frente a sus deudas y responsabilidades, lo que la dirigía a la quiebra.
En esta tesitura, El Banco Central Europeo puso de manifiesto dicha situación y, atendiendo al principio de separación, es decir, en base a la estricta competencia legal, el Mecanismo de Resolución (SRM), a través de su Consejo (SRB) adoptó decisiones subsecuentes de resolución.
Ambos miembros de la Comisión Ejecutiva del Banco Central Europeo manifestaron que la aplicación de la resolución no tenía que ver con el BCE, ni con el Mecanismo de Supervisión y, en este sentido, hicieron referencia a que el BRRD (Bank Recovery Resolution Directive), en su articulado, establece la necesidad de actuar rápidamente para sostener la confianza del mercado y minimizar el riesgo de contagio, una vez que una Entidad es juzgada en quiebra o en curso hacia ella, a cuyos efectos se deben adoptar las decisiones oportunas, sin retraso.
En este punto, es oportuno preguntarse ¿puede el mercado ocasionar un problema crecientemente importante de liquidez a una entidad solvente?
Si el mercado inicia un acoso intenso contra una Entidad solvente, y es el único contendiente en liza, la tumba.
¿Existen mecanismos para evitarlo?
Sin lugar a dudas.
¿Se debe actuar, también a este respecto, con la misma rapidez que se recoge en el articulado de BRRD y, precisamente a los mismos efectos, esto es, salvaguardar la confianza –evitando así la salida masiva de depósitos- y evitar el contagio?
En principio, parece que sería conveniente.
Sin embargo, es importante considerar que, en cualquier materia, toda actuación -o no actuación- responde a las ideas previas que se tengan al respecto.
Con relación al tema que aquí se considera, la materia en cuestión habría sido ¿se actúa rápida y decididamente para mantener la liquidez de una Entidad concreta solvente, o no?
Las ideas previas son importantes. Vienen determinadas por un cúmulo de acontecimientos anteriores y, a su vez, predisponen respecto a las actuaciones futuras.
Atendiendo a los acontecimientos anteriores, desde algunos análisis recientes relacionados con este caso concreto, se alude a cierta insuficiencia de capital o a una actuación poco decidida respecto a la necesidad de limpiar el Balance. Aspectos que, en cualquier caso, pueden ser subsanables en el marco de un plan de recuperación impuesto, incuestionable, dirigido, y protegido. Por otra parte, las causas apuntadas en estos análisis aluden a lo que, en definitiva, respondería a un problema prolongado de mala gestión pero, ¿puede haber un problema prolongado de mala gestión sin que existe uno similar de supervisión?
Las entidades financieras necesitan conocer cuáles son las fuerzas y leyes que subyacen a la posibilidad real de su viabilidad de futuro. Y, en este sentido, las preguntas que se plantean en los párrafos anteriores son relevantes, tanto más si se trata de una Entidad solvente, aunque se vea inmersa en un creciente problema de liquidez.
Para evitar problemas graves de liquidez derivados de la desconfianza de depositantes y mercados, hay factores que están en manos de las entidades:
- Gestión y modelo de negocio prudentes y acertados capaces de responder y adaptarse a las circunstancias y tendencias de la economía y del sector financiero.
- Racionalización de las estructuras y maximización de la eficiencia, así como conocimiento y explotación, óptimos, de las ventajas competitivas que se poseen y de la posibilidad de diversificación. (Estos factores permiten actuar sobre las palancas de ingresos y gastos).
- Estrategia global coherente y flexible, que afronte las transformaciones y retos tecnológicos actuales, las exigencias de los clientes y a los nuevos competidores. (En anteriores apéndices hemos analizado el desafío fintech, y en general la necesidad de adaptarse con ventaja al reto tecnológico. Le hemos dado gran trascendencia a este tema porque consideramos que esto no es una opción, sino una exigencia).
En cualquier caso, estos aspectos son determinantes pero, no son suficientes.
Para garantizar su futuro, hay factores que una entidad financiera, no tiene en sus manos.
En septiembre de 1992 se produjo un fuerte ataque especulativo contra la libra esterlina. El Banco Central de Inglaterra llegó a gastar 50.000 millones de dólares en su defensa. Finalmente, cedió ante los especuladores y abandonó el Sistema Monetario Europeo.
Una potencia de gran relevancia, solvente, sucumbió ante un factor cuyo manejo resultó que no estaba en sus manos: la intensa apuesta especulativa de los mercados.
En 2012, el BCE, con una idea previa decidida: defender el euro, enfrentó a los mercados, afirmando que haría lo que fuese necesario para conseguirlo.
El BCE tiene potencial ilimitado para ello. Es creíble. Tiene en sus manos los factores de garantía necesarios.
Con relación al tema considerado, es importante extraer y poner de manifiesto un aspecto esencial: los agentes económicos y financieros necesitan estar muy al tanto de todo lo que rodea a los entes con poder ilimitado.
Deben conocer el potencial, y posibles usos -o no usos- de sus herramientas, así como sus ideas y estrategias. Estar al tanto, conocerlas en profundidad, no es difícil, porque son recurrentemente emitidas, o pueden ser extraídas, observando cuidadosamente.
Así, en lo que se refiere a la autoridad monetaria, para las entidades financieras resulta muy conveniente conocer -y responder a- su determinación por conseguir:
Acabar con el riesgo excesivo derivado de la relación entre entidades financieras y estados –lo que se produce cuando la magnitud de deuda soberana en cartera excede los límites aconsejables -.
- Redireccionar a las entidades hacia el negocio tradicional -consiguiendo que incrementen la financiación a la economía real y trasladen así los objetivos de la política monetaria laxa implementada, reduciendo el uso del carry trade, así como el riesgo de duración de las carteras –que tiende a ampliarse ante la caída de la rentabilidad de la deuda soberana a plazos menores-. El BCE considera que los tipos bajos son un escenario dado al que hay que adaptarse para seguir siendo rentables –y superar con claridad el coste de capital- y que esto hay que hacerlo manteniendo una actividad y un perfil de riesgo rigurosos.
- Hacer adelgazar estructuras e impulsar la consolidación entre entidades tanto nacionales como transfronterizas –reduciendo así el riesgo país-.
Cumplimiento estricto de la regulación.
Saneamiento de balances y eliminación de activos no fundamentales. - Toda entidad debe conocer estas intenciones –ideas previas- y tenerlas en cuenta en el diseño de su estrategia y modelo de negocio. Pero, al mismo tiempo, las entidades financieras deben tener los pies anclados en la eventualidad del peor escenario, lo que requiere tener las espaldas bien guardadas ante posibles nuevas y duras exigencias regulatorias y de capital, …y mantener una liquidez suficiente.
De otro lado, como se mencionaba en el anterior Apéndice, es necesario, imprescindible, ser transparente y previsible en la gestión.
El BCE supervisa directamente a 125 grupos bancarios de la Eurozona. Ha definido nueve categorías diferentes de modelos de negocio, desde grandes bancos universales o prestamistas domésticos hasta gestores especializados de activos. Posiciona a las entidades en una de estas categorías y las compara entre sí.
Ha atesorado una notable experiencia en el análisis de los números y en el de los modelos de negocio y, respecto a estos últimos, los está revisando, a fin de homogeneizarlos y poner fin a las dudas que le suscitan en temas tan determinantes como la medición de los activos ponderados por riesgo. Proceso de revisión que finaliza este año.
Su objetivo es conseguir que todas las entidades mantengan una estructura eficiente, con un perfil de riesgo adecuado y un negocio rentable a corto y a largo, así como fuentes de financiación seguras y sostenibles en el tiempo frente a escenarios sujetos a incertidumbres y riesgos geopolíticos, económicos y financieros.
Todos estos aspectos los mide, y los juzga. Y, en este sentido, toda entidad financiera debe mantenerse autoanalizada de manera muy estricta con relación a todos los factores determinantes (suficiencia de capital, nivel de liquidez, calidad de los activos……) para evitar sorpresas y para estar bien posicionados, incluso ante la eventual existencia de ideas previas que les pudiesen resultar poco propicias.
No cabe dejar flancos descubiertos. Todos los factores internos y externos, relevantes, deben considerarse en la función de producción, en el modelo de negocio.
La autoridad supervisora tiene su trabajo bien medido: los bancos más pequeños deben reportar 600 datos importantes, los más grandes 40.000. Los bancos mayores tienen hasta cuatro inspecciones in situ por año, los más pequeños una cada diez años -en el caso de que estén bien gestionados-.
Algunos analistas consideran la estructura implementada excesivamente compleja y poco eficiente.
Asimismo, desde algunos informes se cuestiona que se incentive a los ahorradores a invertir en el mercado de acciones -asumiendo riesgo ante las bajas remuneraciones de los depósitos tradicionales- y que, por otra parte, puedan perder su patrimonio con la resolución de una entidad solvente.
Son críticas que quizá merezcan un análisis en profundidad pero, en todo caso, de manera incuestionable, sin ningún lugar a dudas, las entidades financieras deben ajustar su gestión, su estrategia, su modelo de negocio, a lo que la autoridad monetaria espera de ellas, esto es, a sus ideas previas.
Es una cuestión de supervivencia porque, responder a esto, se traducirá en que, si te ves envuelto en un problema crecientemente grave ante los mercados, no te encuentres en 1992 sino en 2012.