30 de enero de 2017
Banca en la sombra
La crisis iniciada en 2007 ha dado lugar a cambios considerables en el escenario en el que la banca desarrolla su actividad.
Así, los cambios regulatorios; las limitaciones a parte de la actividad que venía realizando; la creciente exigencia relativa al riesgo; el aumento en los requerimientos de capital y de nuevas provisiones o las pruebas de estrés son algunos elementos que dan una idea de la trascendencia e implicaciones de dichos cambios, a los que debe añadirse las dificultades derivadas de un escenario caracterizado por unos tipos de interés notablemente bajos que han incidido negativamente en el margen de intereses.
En este contexto, durante estos años de crisis, la banca en la sombra ha ido ocupando espacios en lo que se refiere a la financiación a empresas y familias.
Grupos de gestión de activos, gestores de fondos, agrupaciones de inversores dotados de plataformas tecnológicas adecuadas, con bajos costes y elevada flexibilidad operativa, son una muestra de la tipología empresarial incluida entre estos nuevos competidores. El hecho de que los requerimientos a los que están sujetos en su actividad sean menores que los aplicados a la banca tradicional responde a que los fondos disponibles están aportados por inversores (en lugar de depositantes). Estos inversores, a la búsqueda de mayores rentabilidades, aprovechan las etapas de mayor volatilidad e incertidumbre para ganar cuota de mercado.
La creciente relevancia que alcanza la actividad de estas empresas –y que genera entre los reguladores cierto temor a un incremento del riesgo sistémico- hace aconsejable observar qué tendencia describe, a cuyo fin es oportuno considerar algunos datos relativos a aquellos mercados nacionales donde más se han desarrollado.
. Según un estudio elaborado por Oxera (empresa de consultoría con base en Oxford) y encargado por Investment Association, la caída en el crédito a empresas se ha traducido en la City en una creciente importancia de la banca en la sombra. Para la elaboración de este estudio Oxera entrevistó a 12 de las mayores empresas de fondos presentes en Gran Bretaña (BlackRock, Schroders, Invesco o M&G entre otras) que sumaban entre ellas en torno al 40% del sector de gestión de activos, así como a tres bancos de inversión –Banco de America Merrill Lynch, Citi y UBS-.
Atendiendo a dicho estudio, el neto de emisiones de bonos corporativos en Gran Bretaña, en el período 2009-2013, se elevó a 64.000 millones de libras, cantidad similar a la caída de préstamos de la banca. Las empresas estarían emitiendo bonos como alternativa a los préstamos bancarios.
Gestores de fondos como Schroders han adquiridos casi dos terceras partes de los bonos corporativos emitidos desde el inicio de la crisis.
No obstante, a pesar de esta evolución reciente, y considerando datos de Create Reserch (empresa de consultoría en gestión de activos), en torno al 80% de los bonos corporativos en Gran Bretaña aún están en manos de la banca.
. En Holanda, desde la crisis de la deuda en la Eurozona, en 2012, entidades como Rabobank, ABN Amro o ING han disminuido su actividad en el mercado hipotecario (que alcanza un total de en torno a 660 mil millones de euros).
Aunque mantienen un peso relevante en la cartera viva, su participación en la constitución de nuevas hipotecas ha descendido, por primera vez, por debajo del 50%. Gestores de fondos, aseguradoras o fondos de pensiones, a la búsqueda de mayores rentabilidades, han incrementado su cuota de mercado en ese segmento, desde una participación prácticamente nula hace unos años, hasta el actual 20%, atrayendo el interés de inversores de otras jurisdicciones de la Eurozona.
El temor suscitado en el ámbito regulatorio a un incremento del riesgo sistémico se explica por el hecho de que, una parte de la tipología de empresas que se incluyen en la banca en la sombra, representó un papel fundamental en la paquetización, troceado y venta de hipotecas, de poca calidad, que contribuyó a desencadenar la crisis iniciada en 2007. La actual baja rentabilidad y escasez de productos apropiados que estarían dificultando a fondos de pensiones y aseguradoras responder adecuadamente a sus obligaciones a largo plazo, está siendo aprovechada por operadores, asesores y empresas especialistas en la paquetización y venta de activos con hipotecas y préstamos en tarjeta como subyacentes. Estos agentes, algunos de los cuales fueron muy activos en los años previos al inicio de la crisis y que atesoran una notable experiencia en dicha actividad, realizarían los préstamos directamente y los cederían posteriormente a fondos y aseguradoras.
La magnitud de esta actividad de paquetización, troceado y venta de activos con subyacentes mantiene un nivel muy significativo en Estados Unidos, aunque en Europa el volumen actual de la misma se sitúa en torno al 25% del nivel alcanzado en 2008 (en torno a 200 mil millones y a 800 mil millones, respectivamente).
Holanda está siendo un indicador de tendencia. Una red de operadores que antes trabajaban para bancos tradicionales lo hace ahora para bancos en la sombra. Como resultado de ello, fondos de pensiones y aseguradoras realizan de forma indirecta hipotecas a 30 años, al 80% del valor del activo y a tipos fijos de en torno al 2,8%. Productos a largo plazo que les permite atender a sus responsabilidades atendiendo a la estructura temporal que necesitan. Mientras tanto, bancos como ABN, con tipos de en torno al 4% quedan fuera de mercado.
Pero este proceso encuentra apoyo en los ahorradores y en la Administración (que en Holanda respalda una parte importante de las hipotecas constituidas), así como en inversores para los que, en un contexto de bajas rentabilidades, el 2,8% es aceptable.
Un Grupo activo en este “banco de pruebas” holandés lanzó el pasado año un producto que conllevaba una oferta de hipotecas, por un total de hasta 3 mil millones de euros, a un colectivo de dos millones y medio de contribuyentes al Fondo de Pensiones del Estado. Al mismo tiempo, dicho Grupo ofertaba al Fondo de Pensiones del Estado invertir en el producto, de forma que, en última instancia, los hipotecados estarían invirtiendo en su propia deuda.
Intereses cruzados, relativa mayor garantía.
Pero, “Interés cruzado” suele ir ligado a conceptos como “complejidad” o “riesgo”.
En este sentido, la posible necesidad de liquidez de los inversores en un plazo inferior al establecido en el producto subyacente genera un riesgo evidente. Sin embargo, estos productos están encontrando demanda en fondos de pensiones y aseguradoras, ambas con una actividad que requiere horizontes temporales largos.
La trascendencia de esta tendencia y la necesidad de focalizarla estrechamente estriba en que el mercado hipotecario en la Eurozona se sitúa en torno a los 7 billones de euros.
. En Estados Unidos (después de que, en el contexto de la crisis iniciada en 2007, las nuevas exigencias regulatorias, el endurecimiento de los requerimientos de capital y las sanciones por malas prácticas obligasen a los grandes bancos tradicionales a retroceder posiciones en un mercado hipotecario de en torno a los 10 billones de dólares), los bancos en la sombra han ido ocupando el espacio abandonado.
Así, según un estudio que manejaba datos de 2014, el 53% de las hipotecas respaldadas por el Estado constituidas en abril de dicho año fueron realizadas por bancos en la sombra, doblando la cuota de mercado que alcanzaban un año antes y sobrepasando de esta forma a los bancos tradicionales.
De acuerdo con un estudio efectuado por la escuela Kennedy de Harvard (con datos del American Enterprise Institute’s International Centre on Housing Risk), al cierre del primer trimestre de 2015, instituciones tradicionales en el desarrollo de esta actividad como Wells Fargo, Banco de América o JPMorgan habían perdido cuota y, entre las primeras posiciones, se habían introducido nuevos actores. Así, en el top 5 a dicha fecha, Wells Fargo detentaba la primera posición con el 7,9%; seguida de Quicken Loans 5,4%; Banco de América 3,8%; Chase 2,8% y PHH Mortgage 2,4%.
En este contexto, las instituciones que dan cobertura aseguradora a determinados préstamos hipotecarios en lo que se refiere a la devolución de los mismos (casos de Fannie y Freddie o FHA), muestran cierta preocupación. Y lo cuantifican (utilizando la escala habitual FICO). En base a dicha escala, otorgan una puntuación de 667 a los peticionarios de las hipotecas concedidas por bancos en la sombra frente a 682 en el caso de las otorgadas por bancos tradicionales. En este sentido, debe tenerse en cuenta que se considera hipoteca subprime cuando esta puntuación baja de 660.
Según un estudio de Inside Mortgage Finance, en 2005 las hipotecas concedidas por bancos tradicionales, cuyos fondos provenían de depositarios (y que, por lo tanto, estaban sujetos a esquemas de garantía) era del 84%, frente al 16% alcanzado por bancos en la sombra. En 2014 dichos porcentajes habían pasado a ser el 62% y el 38% respectivamente.
En otro segmento de negocio muy relevante, la deuda privada, los gestores de activos se consolidan como una fuente alternativa de préstamos para pequeñas y medianas empresas (territorio en el que la actividad de la banca tradicional retrocedió ante las mayores exigencias de capital y cobertura del riesgo).
En este sentido, la regulación menos exigente que afecta a dichos fondos parece pasar por alto la escasa experiencia que atesoran en estas lides y los menores estándares de calidad implícitos en la viabilidad de la inversión que realizan -circunstancia que, sin embargo, sí afectaría negativamente a los partícipes de dichos fondos de inversión, llegado el caso de insolvencias-.
Según un estudio elaborado por Brown Brothers, el 75% de la financiación de negocios en Estados Unidos procede de “prestamistas alternativos”.
En Europa, este porcentaje se sitúa actualmente en el 20%. Sin embargo, según dicho estudio, entre 2012 y 2015 el número de préstamos directos realizados por gestores de activos se incrementó un 88%. En este sentido, Floris Hovingh, director de “cobertura de prestamistas alternativos” en Deloitte, considera que estos prestamistas están mejorando en tecnología y medios aplicados, así como en entendimiento de la deuda privada.
Indudablemente, éste constituye un segmento de negocio que crece en relevancia y que atrae a inversores profesionales, ante la caída de la rentabilidad de inversiones alternativas. Así, atendiendo a una encuesta realizada recientemente por el proveedor de servicios financieros Elian entre 88 inversores profesionales, el 60% de los mismos anticipaban su intención de posicionarse en deuda privada.
Por otra parte, es importante considerar que este proceso se desarrolla en un escenario en el que la UME ve con buenos ojos el fortalecimiento de fuentes alternativas de financiación a las pequeñas y medianas empresas, en el contexto del proyecto de creación de un mercado de capitales único. Al mismo tiempo, mientras este proceso se ultima, jurisdicciones de la Eurozona como Francia o Irlanda tratan de impulsar el crédito directo desde gestores de fondos.
Desde distintos ámbitos de análisis se considera que, mientras que dichos fondos están regulados en lo que se refiere a su actividad específica, sin embargo, en términos generales no lo están en lo que se refiere a la capacidad y medios de análisis requeridos con relación a la solvencia del crédito concedido, reservas suficientes de capital o supervisión.
El BCE debe estar muy atento a esta tendencia y homogeneizar las exigencias regulatorias a los distintos operadores financieros de forma que éstas atiendan a la actividad que realizan. Sin lugar a dudas, la experiencia y calidad del regulador se traducirá en la implementación de las medidas necesarias en este sentido, lo que permitirá mantener unas condiciones de competencia justas, a la vez que evitará el incremento del riesgo sistémico.