10 de septiembre de 2015
Recientemente, la Reserva Federal publicó, por error, las previsiones económicas realizadas por el equipo de asesores económicos del Comité de gobernadores de dicha institución, previsiones que normalmente se mantienen secretas.
Este informe contenía la consideración de un pequeño gap negativo entre el nivel de producción actual y la producción potencial, así como la previsión de un bajo crecimiento de la productividad en el futuro inmediato.
En el corto plazo, un gap negativo pequeño entre la producción corriente y la producción potencial permite anticipar una presión alcista sobre los tipos de interés. No obstante, los mercados creen que dicho gap negativo entre crecimiento real y potencial se mantendrá en el largo plazo, disminuyendo así la presión sobre los tipos de interés y ralentizando la prevista subida de los mismos.
La diferencia entre los tipos oficialmente previstos por la Reserva Federal y los estimados por los mencionados asesores se sitúa en casi 100 puntos básicos a final de 2017. La diferencia entre la previsión oficial y la considerada por los mercados es mayor (3,1% en el primer caso, 1,6% en el segundo).
Ciertamente, la previsión de los mercados resulta positiva para la cotización actual de los bonos pero, ¿qué ocurriría si dichos mercados adoptasen las previsiones oficiales de la Reserva Federal?. La diferencia entre 1,6% y 3,1% es de tal envergadura que la asunción del segundo afectaría notablemente a las cotizaciones actuales. Así pues, anticiparse a un posible cambio de percepción por parte de los mercados puede ser crucial para los inversores que mantengan posiciones en renta fija.
¿A la evolución de qué indicadores se les debe seguir la pista, concienzudamente, a fin de anticipar un posible shock y deshacer dichas posiciones?
A estos efectos, la divergencia entre las previsiones oficiales de la Reserva Federal y las establecidas en el mencionado documento de los asesores se asienta en las diferencias implícitas en cuanto a las estimaciones relativas a tasa de desempleo, tasa de inflación y tipo de interés real de equilibrio. La evolución de estas tres variables explicará, en buena medida, el ritmo de incremento de los tipos de interés.
En estos momentos existe un gran debate respecto a la mayor o menor necesidad de iniciar el proceso de subida de tipos de interés en Estados Unidos. Para unos, la existencia en estos momentos de un tipo real de los fondos, ajustado por inflación, del -1,52% es insostenible. Para otros, el endurecimiento monetario reclamado, ya se ha producido en las últimas semanas (ajuste del orden de 700.000 millones de dólares en el mercado de valores; ampliación en los diferenciales de crédito; endurecimiento de las condiciones financieras -medidas por Goldman Sachs o el índice de la Reserva Federal de Chicago- en un nivel equivalente al impacto de un incremento de 25 puntos básicos en los tipos).
Asimismo, las previsiones de crecimiento de la economía de Estados Unidos, para el tercer trimestre de 2015, se sitúa en el 1,5% según establece el modelo de previsión de la Reserva Federal de Atlanta, mientras que las expectativas de los mercados, para la próxima década, respecto a la objetivo de inflación definido por la FED, se sitúa cerca de los mínimos registrados, a la vez que no se observan presiones alcistas en términos salariales.
Ciertamente, y no en último lugar, a este escenario hay que añadir la preocupante situación de la economía china, cuya falta de transparencia acrecienta, por otra parte, la incertidumbre que genera y que aconseja prudencia a la hora de endurecer la política monetaria.
Posiblemente, todos estos elementos han incidido significativamente en la reducción de la probabilidad de una subida inminente de tipos en Estados Unidos o en la envergadura y ritmo sostenido de la misma, alejando así el posible impacto de dicha medida en los mercados financieros.
No obstante, como en otra ocasión se ha comentado, cuando los precios en los mercados de renta fija y variable se sitúan en niveles considerablemente elevados, debido, fundamentalmente, a una política monetaria laxa prolongada en el tiempo y, como resultado de ello, nos adentramos en mares procelosos y desconocidos, los mercados pueden «aprovechar» múltiples factores para ajustarse -económicos ó políticos-. Como también se ha comentado en otras ocasiones, en estos casos quizá sea prudente tirar de sabiduría bursátil y dejar que «el último euro se lo lleve otro».